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“200 años de Soledad: El Sentiemiento de la Montaña”. Viernes 10 de Octubre. 20.00h. Sebastián Álvaro en La Casa de la Montaña

“200 años de Soledad: El Sentiemiento de la Montaña”. Viernes 10 de Octubre. 20.00h. Sebastián Álvaro en La Casa de la Montaña

Sebas en el CB Laila (2)

El viernes 10 de Octubre a las 20.00h. El reconocido periodista, montañero, explorador, fotógrafo, y creador del programa de TVE “Al Filo de lo imposible”, Sebastián Álvaro, compartirá con nosotros sus experiencias, inquietudes y reflexiones en torno a la montaña, en una conferencia/proyección/coloquio bajo el nombre: 200 AÑOS DE SOLEDAD. EL SENTIMIENTO DE LA MONTAÑA. –

En palabras del propio Sebastián “200 AÑOS DE SOLEDAD. EL SENTIMIENTO DE LA MONTAÑA” es un viaje por las montañas más bellas de la Tierra y las hazañas más importantes en la historia del alpinismo. Al tiempo es una reflexión sobre el alpinismo y su alcance cultural y sentimental en nuestra evolución desde hace 200 años.

La relación del hombre y la montaña es tan antigua como la propia humanidad. De los Alpes al Baltistán, las montañas han servido de refugio, brindando protección y alimento a los que se atrevieron a vivir a su sombra, sirviendo al mismo tiempo de frontera y de lazo de unión. Hoy más de 3.000 millones de personas dependen de ellas para obtener el agua necesaria para su supervivencia. Las montañas son fundamentales para la vida, pero también lo son para el espíritu. Después de vivir durante miles de años de espalda a las montañas estas alcanzaron categoría cultural con la invención del alpinismo.

Desde hace poco más de 200 años el hombre las otorgó emociones y sentimientos para, juntos, poner en marcha la más apasionante de las aventuras modernas, la más cercana al ser humano. Y es que desde sus cumbres se percibe la armonía entera del universo. Importa menos su realidad material que su transfiguración como objeto de deseo en nuestra cabeza. En un bucle prodigioso, del que habla el filósofo José Antonio Marina, el cerebro crea cultura que, a su vez, modela nuestro cerebro que a su vez se impone nuevas metas, creando nuevas obras que propician nueva cultura. Quizás no haya otro ejemplo de esta capacidad esencialmente humana que el Sentimiento de la Montaña, es decir la unión de la Razón y la Emoción. De un acto deportivo y sentimental, donde se funden las capacidades físicas y sicológicas, para llegar más alto, casi hasta la estratosfera hasta lugares inalcanzables que siempre fueron temidos o adorados. Los pioneros las convirtieron en objeto de pasión y de conquista. De belleza sublime, que decían los románticos, mezcla de pavor y atracción. Y fueron fuente de inspiración de científicos, escritores, músicos, pintores y poetas. Que nos legaron obras extraordinarias, que sumadas forman una herencia impresionante que ningún otro deporte ha podido igualar.En la cima del Torre 1993

Las montañas son lugares privilegiados donde se goza de espacios sublimes, del silencio,  de la soledad y la belleza absolutas. Poco a poco los alpinistas fueron internándose en ese mundo antaño prohibido, poblado de dragones y peligros. Montañas impresionantes, inaccesibles, inalcanzables, excepto para el espíritu humano que fue capaz de imponerse metas imposibles, como el Cerro Torre: “La mayor convulsión geológica que jamás haya lanzado al cielo la corteza terrestre”, como la definió el gran Lionel Terray. Pero también el Cervino, el K2, el Gasherbrum IV o la Torrre sin Nombre, lugares habitados por dioses, que estaban vedados a los hombres desde el origen de los tiempos.

Pero hoy en día los modelos urbanos entran en los reinos de la soledad y la belleza. Son modelos de comercialización que la desvirtúan, la contaminan o la destruyen. Destruyendo, de paso, la esencia del Sentimiento.  La urbanización, contaminación y destrucción de los paisajes de montaña se suman a las nefastas consecuencias de la comercialización que las agreden y cambian el carácter, desde los Alpes al Everest, es el mayor ataque no sólo al medio natural sino al alpinismo como actividad y al Sentimiento de la Montaña como cultura.